domingo, 13 de agosto de 2017

Vergüenza ajena

Tengo un sentimiento encontrado, de peruano y de vergüenza ajena, por la mediocridad de la clase política peruana y su papel abyecto al dictado del Imperio-estadounidense, pues no hay una sola voz, ni siquiera de la izquierda-peruana, de rechazo al plan injerencista  que ha propiciado el gobierno del Perú contra el pueblo y el gobierno de Venezuela, a través de la reunión de cancilleres que hubo hace algunos días en el Perú, reunión que buscó derrocar el gobierno de Nicolás Maduro, con la agravante de que el gobierno peruano expulsó de manera abrupta al embajador de Venezuela, medida, que al parecer, alimentó el ego-guerrero del gobierno estadounidense, que ha amenazado con una intervención militar en Venezuela.

Entonces estamos ante una clase política, totalmente irresponsable y frívola, que no mide las consecuencias de sus actos, que desconoce la historia de las intervenciones militares de Estados Unidos, en América Latina y el Mundo y que su actuación puede obedecer a una ignorancia debida principalmente a que no se esmera por tener una información cabal de los acontecimientos consultando a las dos partes. Pues en el ámbito de los medios de comunicación peruanos, nunca se ha invitado a una persona que dé  su punto de vista y acopie información desde el Gobierno Bolivariano de la República de Venezuela.

Por lo que la decisión del gobierno peruano, expresado en la voz del presidente Kusinsky, raya en una decisión totalmente irresponsable, pues está estimulando una intervención militar del país más poderoso del Mundo, en el ámbito militar ya que su presupuesto raya los 600,000´000,000.00 dólares para el 2017, con el aumento del 10%, autorizada por la actual administración, versus, los probables 2,500´000,000.00  de Venezuela, es decir, sólo con ésta comparación la diferencia es abrumadora. lo que se traduciría en una masacre contra el propio pueblo venezolano, que dice  defender, según las “buenas” intenciones del señor Kuczynski.



No hay que ser tan “calabacita”, como para no recordar las campañas mediáticas contra el gobierno del disque dictador Sadam Hussein, y sus armas químicas, que significó la intervención militar en el año 2003, al país petrolero de Irak, que dio como saldo 1 millón de muertos, principalmente civiles, donde al retiro de las tropas estadounidenses en el 2011, dicho país fue entregado con armas y todo a las hordas terroristas del Estado Islámico, que recién éste año fue recuperado por las fuerzas armadas de Irak.  O las primaveras árabes de Libia, también petrolera, y Siria, en la primera de ellas, con apoyo de Estados Unidos y la OTAN, se derrocó a otro presunto dictador como el que en vida fue Muamar Kadaffi, que entre otras cosas evitaba que  cientos miles de refugiados africanos y libios huyeran hacia Europa, porque después de la muerte del citado, su país quedará dividido y también entregado a las huestes del terrorismo islámico. Ni que decir de Siria, sino fuera por la ayuda del gobierno de Rusia desde el año 2015,  y el de Irán, el gobierno Bashar Al-Asad, hubiera sido derrocado, pero con todo, el odio a éste nuevo “dictador”, le costó al pueblo sirio; 500,000 muertos y 4´000,000 de refugiados.

Entonces ¿Qué quiere el gobierno del señor Kuczynski? ¿Que el escenario del medio-oriente se repita en América Latina? ¿Que hayan cientos de miles de muertos en Venezuela? Seguro, para satisfacer el ego de la oligarquía latinoamericana y que se aplaste con sangre y fuego al Gobierno Bolivariano de Venezuela.

Entonces es claramente una irresponsabilidad con mayúscula, complotar contra otro pueblo hermano de América Latina y especialmente inmiscuirse en sus asuntos internos, irresponsabilidad que el gobierno peruano ha querido subsanar emitiendo un comunicado, mediante su cancillería, después que la misma expulsó abrupta-mente al embajador venezolano, días atrás. Subsanación que sabe a hipocresía, porque el daño ya está hecho.

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