viernes, 22 de agosto de 2014

Los rusos, siempre los rusos.

 La magia de los rusos, empezó en el año de 1970. Yo estaba en Lima, allí me quedaba por un año, tenía 10 años, y un domingo 31 de mayo mientras hacía mis tareas para el día siguiente, la tierra se estremeció, como nunca yo había visto, salí de la casa antigua de mi tía, bajando las escaleras del segundo piso, alcanzando la calle, y vi en esa calle del distrito de San Miguel en Lima, llamada Libertad, como la calle ondulaba como cuando alguien sacudía una alfombra, y los postes de madera bailaban chicoteando los cables de electricidad; era pues el terremoto de 1970, yo me asuste, pero peor lo pasaron mis compatriotas del departamento de Ancash, pues por el sismo murieron 70,000, en una sola tarde, en especial recuerdo las noticias, sobre  el pueblo de Yungay que fue sepultado por un alud de lodo, y solo quedaron las palmeras de su plaza principal como recuerdo de aquella tragedia, y los pocos habitantes que se salvaron , esa tarde fue por asistir a un espectáculo de circo en una colina.



Entonces sucedió la magia, a mi me gustan los aviones, siempre fue mi sueño ser piloto, aunque ahora me conformo con pilotar una bicicleta, entonces al día siguiente y durante esa semana, yo que vivía por San Miguel, cerca al aeropuerto, el cielo se pobló de unos aviones grandes, los mas grandes del mundo por esa época que eran los Antonov-22, que traían ayuda desde Rusia  y de paso nos donaron 8 helicoperos Mi-8, venían hacia el Perú, es decir cruzaron el Océano Atlántico, vinieron por no sabe donde con su carga, para unos hermanos del Perú, que ni siquiera conocían,claro que otros países como Cuba, también colaboraron, Fidel, donó su sangre, y puso un hospital de campaña en el Callao, Chile de Salvador Allende hizo un festival para recaudar fondos en el estadio, donde mas tarde moriría Víctor Jara.



Yo recuerdo ésto porque soy agradecido, y las buenas acciones, no se olvidan y ésta actitud subsiste, a pesar de que vivo, donde vivo, donde se práctica culturalmente el arte del olvido, y se superpone a la realidad los mitos, para que la desgracia de la pérdida, no sea tan dolorosa y como bien  decía el cronista Huaman Poma de Ayala, en sus crónicas "El Mundo al Revés", al final; lo bueno se trata como malo, y lo malo como bueno.



Escribo ésto, porqué saltó la chispa que activó mi memoria, cuando ví los 200 camiones, que pacientemente Rusia, está mandando a sus hermanos de Ucrania, a los que sublevaron en el éste, y que el gobierno fascista de Kiev, les ha tendido un cerco, para dejarlos sin alimentos, sin luz y agua, y éste cerco es promovido, al igual que la revolución fascista, por quienes se rasgan las vestiduras, algunas veces en nombre de Dios, y otras tantas en nombre de su peculiar democracia. Claro está, que éste acto en ves de ser aplaudido, es castigado con sanciones económicas y de otro tipo, por quienes son amantes de la libertad, sí, pero la libertad de tirar, bombas y misiles a discreción, y hacen lo que hicieron con Irak; de ser un país con un dictador como Sadam Hussein, con un relativo orden, a ser  destruido por completo como nación y su estructura social; para entregarla a unos fanáticos religiosos, que decapitan periodistas y alguna de esas cabezas se la entregan a un niño, como el australiano, para que se luzca, como si tuviera un juguete. O lo que sucede en Libia, cuando con la ayuda descarada de la OTAN, unos terroristas derrocan a Moamar Kadafi y crean un sin gobierno, donde las facciones se pelean hienas, por la carroña de un cadáver.

Entonces he vuelto a ver a los rusos, siempre los rusos, o con su aviones surcando el Atlántico, o con sus camiones blancos cruzando una frontera, esa es una de las cosas de la magia, que se activa, pero solo, me parece, en aquellas personas que no han negado el brillo de los buenos recuerdos.