Si Ollanta Humala, llegó al poder, no fue para ejecutar su
plan de “La Gran Transformación”, que había prometido al pueblo peruano, al
parecer esa no fue su motivación principal, sino su cuartada, su entusiasmo
real fue su “espíritu de cuerpo”, es
decir la necesidad de salvar a sus colegas oficiales, que como él, estaban
citados por la justicia, por la participación de la Fuerza Armada, en la
llamada “pacificación nacional”, por unos y “guerra interna”, por otros;
entonces ésta es la explicación que se podía dar a la presencia de Daniel
Urresti, en el cartera del Ministerio del Interior, quien tiene un
requerimiento por la justicia, como testigo, por el asesinato del periodista
Bustíos y de otros casos de tortura y de intento de asesinato, como la de una
empleada de correos.
Entonces el citado ministro es el más popular, según las
encuestas, al punto que ha vuelto remontar la subida en las encuestas, porque
el gobierno de Ollanta Humala, venía cayendo en barrena, porque el piloto
automático, que le dio la CONFIEP, ya no servía, pues en la juerga de los
primeros años, el seudo-piloto Ollanta, siguió
los exigencias de su navegante Nadine y se olvidó calcular algunos
parámetros, como el combustible, velocidad del viento, campo magnético y se confió
en el piloto automático. Entonces entró en barrena, pero llegó Súper-Daniel
Belisario Urresti, enderezo la nave y ahora usando sus súper-poderes ya la lleva volando...
Al parecer esa podría ser otra de las explicaciones
mitómanas, que podríamos creer, ya que cada cuento que nos cuentan los medios
de comunicación, sobre la efectividad del ministro más popular que solo puede
ser creíble en una mente infantil y que como ha sucedido siempre, porque su
popularidad está ligada, no a la razón sino al aplauso. Entonces Urresti, pareciera un
participante más de los programas basura de la televisión; porque ambos son
impuestos por la derecha, que quiere mantener embobada a la población, para que
lo que ella hace, es decir los grandes empresarios, el capital transnacional,
no sea cuestionada por alguna eventual inteligencia del pueblo.
Entonces Urresti, es un caso peculiar de lo que se podría
llamar un psicópata perfecto, que como escribía Ian Fleming, en su novela sobre
James Bond, el agente inglés al servicio de su majestad:”Con licencia para
matar”. Pero a diferencia del héroe de
la novela, que mata a los enemigos de la corona, que siempre son jefes de
organizaciones, mafiosas y terroristas, que ponen en peligro la paz del Mundo.
Nuestro agente, cuando era oficial de inteligencia es acusado de matar a un
periodista e intentar matar a una oficial del antiguo correo peruano, previa
tortura; y luego negarlo; para luego, eludir la justicia y como pago, ser
encumbrado como el ministro favorito, que ayuda a levantar las encuestas a su
presidente y colega Ollanta Humala.
Entonces si vemos las características de un psicópata,
veremos, que el mismo es: Manipulador, le gusta usar la violencia contra
víctimas indefensas; es mitómano, porque usa la mentira como instrumento de
dominación; no tiene sentimientos de culpa; y especialmente le gusta ser el
centro de atención (figuretismo), pero a diferencia del psicópata el sociópata,
convive socialmente con sus actos, porque el sistema se lo permite, por eso me
atrevería llamar al sociópata, el psicópata perfecto.
Entonces, recurriendo nuevamente a la literatura, recordemos
a Frankestein, que fue creado en un laboratorio, con los miembros de cadáveres
extraídos de sepulturas, para crear un humanoide, que satisficiera, el ego de
su creador, al final el mismo, resultó una creación monstruosa, que no fue
aceptada por la sociedad y por supuesto rechazada, porque era antinatural e
inhumana. Entonces Ollanta que siempre está acostumbrado a obedecer, sino es a
su esposa, es a sus antiguos instructores militares o algún poder “superior”,
como la CONFIEP, va a mantener a Urresti, porque ambos son la creación de un
laboratorio, que se llamaba “Escuela de las Américas “o su derivado
actualizado, hay algunos militares latinoamericanos, que resistieron ese
proceso de bestialización, como Hugo Chaves y Rafael Correa y lo superaron;
pero los mencionados en éste escrito, al parecer, no han podido.
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