La sociedad peruana, en la medida que crece su
población y se habla de un auge económico, durante éstos casi 25 años ha visto
deteriorada su tabla axiológica, ya que los valores, que podría haber habido en
generaciones anteriores, se han ido perdiendo, siendo reemplazados por valores
dictados por la sociedad de consumo, de un capitalismo salvaje, sin reglas y
sin respeto. Es así que las generaciones más jóvenes han perdido contacto con
sus ancestros, especialmente andinos. En reemplazo, de éstos ha surgido el
prototipo del joven, que para realizarse
tiene que hacerlo desde la perspectiva individual, generando ingresos,
como sea, para obtener y acceder a los valores de consumo de una sociedad, que
se vuelve exigente, en procesos como el
arribismo social y el descasta-miento cultural. Entonces se ha generado una
sociedad que crece y para mantener los parámetros exigidos por los grupos de
poder, usa los recursos de la violencia.
El inicio del proceso de bestialización de la
sociedad peruana viene de la mano con el auge del narcotráfico, que a medida
que creció necesito del auxilio de un grupo subversivo que le proporcionara una
cortina de humo para seguir operando, como ha sucedido también en otros países
de América Latina y del Mundo, pero detrás del auge de éste tipo de actividad
ilícita ha habido siempre la mano negra
de los intereses imperiales que impulsan el narcotráfico y a la ves dicen que
lo combaten, pero que usa sus beneficios para sustentar “dinero negro”, es
bueno recordar lo que fue el escándalo “Iran-contras” y el coronel Oliver
North, operador de la CIA, que usaba los
recursos del narcotráfico para solventar operaciones ilegales en Nicaragua a
finales de los años 70, o, que en Afganistan, el tráfico de opio ha subido exponencialmente
después de la intervención de la coalición durante éstos 13 años.
Se entiende entonces que el proceso de
violencia en que ésta inmersa la sociedad peruana, no es gratuita, es parte del
método de dominación, mediante el terror, que ha dejado de pintarse con la ideología marxista-leninista-maoista- gonzalista,
para dedicarse al sicariato, a la muerte por encargo, ya no con el pretexto de
que la víctima sea un delator o “soplón”, sino porque se ha salido de los parámetros
y exigencias de los nuevos asesinos. Pero el patrón de la violencia es el mismo, lo que han
cambiado solo son los operadores, ese patrón se llama narcotráfico y el
narcotráfico, no solo es cosa de delincuentes, sino, es parte de una política
global, que puede usar a países como
Perú o Afganistán, como productores de coca o de opio, los cuales proveen el
narcótico que se comercializan a muy alto costo en los mercados de Estados
Unidos y de Europa principalmente.
Para mantener a los grupos que producen droga,
se crean guerras internas, con grupos terroristas y también con la intervención
de milicias de estado, en guerras, que
parecen nunca acabar, donde se dice, se promete que se va erradicar la droga, y
cuando después de la interdicción ésta actividad de producción crece aún más y
las sociedades como Perú o Afganistán, ven deterioradas su calidad de vida por
el incremento de la violencia interna.
Es por ello que las acciones para combatir la
delincuencia, especialmente las que hace éste gobierno resulten siendo inútiles, porque, al parecer, no se resuelven problemas
elementales como quitarle la impunidad, a quienes son requeridos por la
justicia, por crímenes de Lesa Humanidad, todo lo contrario se les premia con
altos cargos dentro del estado peruano, entonces, éstos sujetos, se están
convirtiendo en paradigmas de impunidad, que al igual, que la voz popular que
dice “Roba pero hace obra”, se puede convertir en “No importa que sea asesino,
con tal que haga circo”. Por lo que se puede decir, que éste gobierno está
contribuyendo, más que ningún otro con bestializar a la sociedad peruana y
pruebas a la mano, que los asesinatos con sicarios aumenta tanto, como la
producción de cocaína.
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